“Formarse, renovarse o morir”. Seguro que habéis escuchado este consejo infinidad de veces. En mi caso la última vez fue hace unos días, en una masterclass dedicada al protocolo hotelero e impartida por una gran profesional y amiga como Ángela García Carrasco en ESNE Asturias, escuela universitaria en la que comenzó a “picarme el gusanillo” del protocolo y la organización de eventos hace ya casi una década y en la que ahora colaboro como profesora.

Razón no le faltaba a Ángela al defender ante más de medio centenar de alumnos la necesidad de adquirir unos conocimientos mínimos en protocolo y organización de eventos. No es necesario que todos seamos graduados o expertos en la materia (a pesar de ser una profesión con gran demanda, el mercado no tendría capacidad para asumir este volumen), pero sí una base que nos permita desarrollar nuestro trabajo con solvencia. Ella lo vivió en primera persona como responsable de un hotel de una conocida cadena internacional en Bruselas y de aquella experiencia llegó a la conclusión de que “los profesionales de protocolo necesitan al sector hotelero y viceversa”.

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 Ángela García durante su masterclass de Protocolo Hotelero

Qué duda cabe de que los hoteles son una de las primeras opciones que nos planteamos a la hora de elegir el lugar para la celebración de nuestro acto. Personalmente, en un momento en el que ante todo se busca ofrecer experiencias a los invitados, no son mi alternativa favorita pero qué decir tiene que en determinados actos en los que prima la seguridad, por ejemplo cumbres internacionales, a las que asisten jefes de Estado y de gobierno, es una solución muy utilizada pues al alojarse y celebrar las reuniones de trabajo en el mismo edificio se evitan los desplazamientos. También en el sector MICE ofrecen interesantes propuestas que facilitan la labor de los organizadores, como buscadores de hoteles, asesoramiento personalizado, eco-friendly meetings, sin perder de vista las últimas novedades en tecnología.

Así pues, es cierto, los profesionales de protocolo necesitamos y mucho al sector hotelero. ¿Ocurre lo mismo en el caso contrario? En un primer momento alguien podría pensar que “ya están los de protocolo como siempre reivindicando su importancia cuando no en solo se utiliza en actos solemnes”. Nada más lejos de la realidad.

O si no que se lo pregunten a Ángela durante la estancia de una delegación japonesa. El desconocimiento de la cultura nipona a la hora de asignar las habitaciones a punto estuvo, tal y como nos contó, de causar un fuerte descontento entre la comitiva. El malentendido se produjo por las arraigadas tradiciones del imperio del sol naciente, que establecen que el jefe de la delegación debe ocupar la habitación superior en altura, independientemente de la categoría que esta tenga (estándar, superior, business…) En este caso, y como en muchos otros cuando se trata de protocolo, no solo basta con aplicar la lógica.

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Mención aparte merece el tema de las banderas en las afueras de los hoteles. Nunca entenderé por qué se empeñan en que ondeen cuando no se trata de edificios oficiales. ¿Es para señalizar su ubicación?¿No podrían colocar exclusivamente la bandera corporativa o en caso de no tenerla utilizar otro tipo de señalización? Vale, si se empeñan en ponerlas, pónganlas, pero respetando la precedencia.

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