“Lo que no se comunica no existe”. ¿Os suena de algo esta frase, verdad? La habréis escuchado infinidad de veces y leído otras tantas, sin ir más lejos en este blog. Hoy la rescato para este post en el que os cuento mi experiencia con el videomarketing, una de las herramientas que mejores resultados está cosechando en la actualidad a la hora de promocionar un producto o servicio.
¿Está al alcance de cualquier empresa, ya sea una multinacional o una pyme? ¿qué beneficios presenta apostar por una producción audiovisual para llegar a nuestro target? ¿Es necesario invertir si ya estoy presente en redes como Facebook, Twitter, Instagram o Linkedin? Estas eran algunas de las preguntas que me hacía antes de conocerlo más a fondo. Encontré las respuestas en un taller impartido por Ana Asenjo de Tabú Comunicación, en el que además tuve la oportunidad de diseñar mi propio video, que podréis ver en este enlace.
¿Cómo lo hice? Con una plantilla adaptable a cualquier proyecto, ya sea una agencia de comunicación y eventos como es mi caso, o una casa rural, por ejemplo. Fue muy sencillo y apenas requiere recursos, tan solo hay que tener claro el mensaje qué se quiere comunicar y a quién va dirigido. Teniendo clara esta premisa, solo queda personalizar el diseño con la identidad corporativa e imágenes alusivas al servicio que se ofrece.
Como decía, lo más importante es el mensaje. Ha de ser corto y directo, destacando las palabras importantes y los atributos de la marca. Comunicación y humanizar marcas son los claims en torno a los que gira mi propuesta, en la que por supuesto no pueden faltar los datos de contacto. De poco serviría que un cliente potencial viera el vídeo y no pudiera dirigirse a nosotros. Tenemos que ponérselo fácil, casi en bandeja, más aún en un momento de saturación del mercado como el actual.
Si todavía os queda alguna duda acerca del videomarketing, os dejo algunas cifras:
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